La Salvación: Justificación, Santificación y Glorificación
La salvación es el tema central del cristianismo y abarca tres etapas fundamentales: justificación, santificación y glorificación. Cada una de estas fases representa un aspecto esencial del plan de redención de Dios para la humanidad. A lo largo de la Escritura, encontramos un desarrollo progresivo de estas verdades, desde la obra de Cristo en la cruz hasta la culminación de nuestra redención en la eternidad.
1. Justificación: La Obra Terminada de Cristo
La justificación es el acto por el cual Dios declara justo al pecador en base a la fe en Jesucristo. Es un evento legal y forense en el que Dios nos atribuye la justicia de Cristo y nos absuelve de toda culpa. Esta doctrina es fundamental en la teología paulina y se basa en pasajes como Romanos 3:24: “Siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús”.
a) La necesidad de la justificación
El ser humano, por causa del pecado, se encuentra separado de Dios y condenado a la muerte eterna (Romanos 3:23). Ninguna obra humana puede restaurar la relación con Dios, pues la ley nos muestra nuestra incapacidad para alcanzar la justicia por nosotros mismos (Gálatas 2:16).
b) La base de la justificación
La justificación no es por obras, sino por la fe en Jesucristo (Efesios 2:8-9). Es un acto de la gracia divina en el que Dios imputa la justicia de su Hijo a aquellos que creen (2 Corintios 5:21).
c) El resultado de la justificación
Los que han sido justificados tienen paz con Dios (Romanos 5:1), ya no hay condenación para ellos (Romanos 8:1) y se convierten en hijos de Dios (Juan 1:12). Este es el punto de partida de la vida cristiana.
2. Santificación: El Proceso de Transformación
La santificación es el proceso por el cual el creyente es transformado progresivamente a la imagen de Cristo. Aunque la justificación es instantánea, la santificación es un proceso continuo en la vida del cristiano (Filipenses 1:6).
a) La santificación posicional
Cuando somos justificados, también somos santificados posicionalmente en Cristo. Esto significa que hemos sido apartados para Dios y hechos santos en un sentido legal (1 Corintios 1:2).
b) La santificación progresiva
Esta es la obra continua del Espíritu Santo en la vida del creyente. Dios nos moldea, corrige y nos ayuda a crecer en santidad. Este proceso requiere la colaboración del cristiano a través de la obediencia, la oración y el estudio de la Palabra (1 Pedro 1:15-16).
c) Medios de santificación
Dios ha provisto varios medios para la santificación, entre ellos:
- La Palabra de Dios: Es la fuente principal de instrucción para una vida santa (Juan 17:17).
- El Espíritu Santo: Nos guía y nos da poder para vencer el pecado (Gálatas 5:16).
- La comunidad de creyentes: La iglesia nos ayuda a crecer en fe y amor (Hebreos 10:24-25).
d) El propósito de la santificación
El objetivo final de la santificación es conformarnos a la imagen de Cristo (Romanos 8:29). No se trata solo de evitar el pecado, sino de reflejar el carácter de Dios en nuestras vidas.
3. Glorificación: La Consumación de la Salvación
La glorificación es la fase final de la salvación, en la cual el creyente recibe un cuerpo glorificado y es llevado a la presencia de Dios para siempre. Este es el cumplimiento de la promesa divina de redención total (Filipenses 3:20-21).
a) La certeza de la glorificación
La glorificación es una promesa segura para todos los creyentes. Romanos 8:30 declara: “Y a los que justificó, a estos también glorificó”. Esto nos muestra que la salvación es un plan completo de Dios que no puede fallar.
b) La transformación del cuerpo
En la glorificación, los creyentes recibirán un cuerpo incorruptible, semejante al de Cristo después de su resurrección (1 Corintios 15:42-44). Ya no habrá más pecado, dolor ni muerte (Apocalipsis 21:4).
c) La comunión eterna con Dios
La glorificación nos llevará a una comunión perfecta con Dios. Habitaremos con Él y experimentaremos la plenitud de su gloria (Apocalipsis 22:3-5).
Conclusión
La salvación es una obra completa de Dios que abarca la justificación, la santificación y la glorificación. Cada fase es fundamental en el propósito divino para restaurar al ser humano. La justificación nos libra de la culpa del pecado, la santificación nos transforma y la glorificación nos lleva a la plenitud eterna en la presencia de Dios.
Este proceso nos llena de esperanza, nos motiva a vivir en santidad y nos asegura que nuestra redención final está garantizada en Cristo.
Presidente de UNITEP